BAJO MI PIEL









Antes de nada me gustaría decirte que te quiero.
Justo por esa razón todo lo demás duele tanto.

Me intento aferrar a algo, a una idea, a un sueño o un deseo quizás...
Y en aquella esquina aun encuentro sentimientos al rojo hechos jirones de piel.
Resultan tan lejanos que cuestiono si fueron reales.

Me acerco en silencio.
El latir de hielo se mantiene en formol.

Cordura, ¿donde estás?

Sin ti me mudé a ese punto de equilibrio aparente.
Allí la indiferencia se pone la etérea máscara del ayer y
demonios amordazados bailan en la caja de Pandora,
lejos de aquel camino donde las huellas del reloj de arena buscan el norte.

¿Para qué volver?

El Miedo juzga con aliento de sal e Inquisición
cada zurcido sin dedal en la piel tensa del dolor.
Miles de agujas clavadas, de brújulas perdidas
abrazadas por la costurera ciega llamada Destino.

Él dice que la sangre de hierro es el hacha más vil.
Ella que amar al verdugo me hará libre.
El filo...

¿Acaso todo esto importa?

Busco el silencio y el eco azota sin letargo
a la sumisa plateada de la observación,
imagen en el espejo con percepción comparativa,
reflejo de algodón distorsionado.

Reina del camino de espinas en días lluviosos,
soledad, huida, la duda ante el salto de fe,
el abandono, esa moneda de dos caras...

¿Locura donde estás?

Me alejo en silencio.
El latir de hielo gotea junto al crepitar de la cera del candil.

Me intento aferrar a algo, a una idea, a un sueño o un deseo quizás...
Y en aquella esquina abrigada por la luz aun encuentro sentimientos a flor de piel.
Resultan tan cercanos que cuestiono si son reales...

Y justo por esa razón todo lo demás duele tanto.



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