Cuando Regan se puso neopreno











Todo lo que se cuenta en este relato, está basado en hechos (reales o no es otra historia), pero así me lo contó una amiga...de una amiga.

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Ella, que estaba en esa etapa de crisis de fe psicoexistencial y tendencias aventureras, decidió muy convencida de lo que hacía, hacer submarinismo en sus vacaciones.
Decididísima a vivir esa experiencia y motivada (o flipada) cual sirenita “bajo el mar” se puso el bikini negro aquella mañana calurosa y esperó la llegada del instructor.

Quizás fuese el sol de los días anteriores, pero cuando vio a su profesor no se lo podía creer.
Ella que era una mujer voluptuosa y de mediana estatura, tenía como profesor a un chico muy majo pero más bajito y delgado que ella. "Si me tiene que sacar del agua, igual tenemos un serio problema". Tras la primera duda, se tranquilizó: "vale, no pasa nada, todo está controlado. A malas, flotamos".

Antes de empezar con su intrépida hazaña, debía pasar un curso previo que llamaban "bautizo": unas clases teóricas básicas para que la experiencia fuese segura.
Mi amiga iba mentalizándose en plan: "Vamos a bautizarnos, bien..." mientras se ponía el neopreno, el chaleco, la bombona, las gafas... Sintiendo calor, mucho calor.
Igual esa mañana no se había levantado muy católica y lo del "bautizo" no le sentó bien, pero empezó en modo paranoia. "Venga, que sólo es agua, y el agua está fresquita. Seguro que dentro ya no te enteras de nada". 
Su profesor, en su humilde e infinita paciencia y notando los nervios de mi amiga, intentaba que se sintiese lo más relajada posible todo el tiempo.

Llega el momento decisivo.
Allí está, parece que lo ha conseguido. Dentro del agua, me cuenta que se ponen de rodillas a meditar en el suelo oceánico, aprendiendo a controlar la respiración, relajándose mientras mira los pececillos alrededor. Estaba buceando, disfrutando, conectada con lo que le rodea...pero se quería ir. Necesitaba salir de aquí ya y respirar. Aire.
Mediante señas, el profesor sugiere dar una vuelta antes de salir y ella accede pero empieza a encontrarse mal: unas ganas de vomitar tremendas aparecen y no sabe si la cabeza le giraba 360 grados o todo parecía moverse demasiado en ese medio. Necesita aire ya.
Salen del agua para descansar e intentar volver a entrar pero cuando pensaba que estaba bien...¡¡¡¡sal de su cuerpo!!! Vomitona al canto.

Aquí no acaba todo. Como a mi amiga le va la marcha y debe tener una vena masoquista en potencia, lo volvió a intentar.¿Posesiones a ella? Por favor...

Si antes era la cabeza lo que se movía, ahora era ella sola la que debajo del agua no era capaz de controlar la posición: la marea se movía más, el profesor la empujaba para estabilizarla y ella no paraba de dar vueltas.
Vueltas, convulsiones, un triple tirabuzón con voltereta lateral subacuática... Ponedle el nombre que más os guste. La cuestión es que tras el segundo intento, decidió que tenía que salir de nuevo, el agua no era su medio.

Nunca tuvo claro qué pasó en aquel tiempo de inmersión: quizás murió y estaba en el cielo, quizás eso del bautizo la hubiese desposeido de algo en un intento de purificación, pero fue salir del agua y descubrir, como por ciencia infusa o arte de magia, que todos los hombres que andaban por allí, (y cuando ella dice todos, se refiere a TODOS), estaban cachondos.
Todos, menos su profesor claro, a ella le había tocado el padre Damien Karras.

Entre todos esos ángeles que de repente poblaban la tierra (uff, tremendos tíos, de verdad), su mirada se centró en EL TÍO; ese prototipo de hombre perfecto que todas nos montamos en la cabeza en algún momento de nuestra vida, por el mero hecho de fantasear.
Genial, el suyo decidió materializarse ese día, en ese preciso momento, justo ahí, enfrente. TREMENDO TÍO, que aparte de estar buenorro, resulta que era simpático, alto, fuerte de hacer submarinismo pero no cachas, sonrisa perfecta, tatus, dilatadores, culito guay, super majo, ojazos...todo lo que os diga se queda corto. (En la de cosas que nos fijamos las mujeres en un momento ¿no?). La cuestión es que él estaba ahí, CUERPAZO PRESENTE, frente a mi amiga, mirándola y ella no daba crédito.
Tras su confianza minada por no haber conseguido su objetivos y a pesar de sentirse pequeña, incomoda, indefensa, perdida e insegura, su cabeza iba a mil. 

No puede ser que me esté mirando...¿A mi? ¿En serio? Ahora lo más cerca de sirenita que soy, es ser Sebastian el cangrejo porque anda que no me harté de sol y sus consecuencias...O ya puestos, espantatiburones porque vaya pintas,...Parezco un Picasso.
Si lo sé que me dejasen pecadora. ¿Para que me bautizan si a mi me mola pecar? Hay Tritón lo que iba a hacer con esa cola (y no me refiero a la aleta)...CÉNTRATE...
Estás en proceso de beatificación y de poner los pies en la tierra...Pero la verdad esto de los demonios internos, como que ya les estaba cogiendo cariño...Y ahí sigue, ¿no tiene otra cosa que hacer? Seguro que le parece fatal que no haya acabado el curso ¡y ni siquiera es mi instructor! ¿Qué más da? Si ni siquiera le conozco, ni creo que le importe...Sí, si el día de mañana tengo un hijo, quiero un hijo tuyo... Pero deja de mirarme así, que con el neopreno parezco una salchicha...¡qué salchicha! Chorizo de los contundentes, de pueblo como mínimo o de palo. Estoy despeinada, quemada y tengo la sensación de que huelo a vomito de la pota de antes...Sí, de palo sin duda y palo el que me estoy llevando.
Universo, por llamarte de alguna manera ¿qué he hecho yo para merecer esto? Si aun hubiese hecho el curso, pues tendría la baza de "buah, que tía más guay, no?" Pero no, ni eso...

Que duro es darse cuenta que el hombre perfecto existe y está ahí, viendo como te has convertido en un embutido con patas y perfume a Eau de Pota.
¿No querías miedo, emociones fuertes? Pues te vas a cagar por todas partes. (Épico si además hubiese tenido diarrea, lo que le faltaba a la pobre).
Con las orejillas agachadas por no haber conseguido su propósito, mi amiga quería huir rápida e indoloramente en plan, "yo me escapo por la puerta de detrás sigilosamente" pero no era posible. Estaban TODOS pendientes de ella. (Aiss, angelitos teníais que ser, cachis...)

Después de sus torpes malabares al quitarse el neopreno, decidió no cambiarse para poder irse cuanto antes e intentar conservar la poca dignidad que le quedaba. El bikini le mojaba la ropa y parecía una concursante miss camiseta mojada cutre. Había llegado un punto en que no podía caer más bajo. Sólo falta resbalar con el agua del suelo y caerse (que no sería de extrañar en absoluto, pero afortunadamente, eso no pasó...¡¡Aleluya!! )

ÉL, la seguía mirando y ella se sentía cada vez más confundida y rara.
¿Me mira por algo? ¿Qué sucede? ¿Me he dejado tropezones del vómito por algún lado? ¿Me mira porque le doy pena, porque realmente le mola el chorizo o la morcilla? Debe ser la morcilla, sí...Pero vamos, que si ese tipo me quiere comer con estas pintas, tiene un problema. ¿Está todo en mi cabeza? ¿Será el sol? ¿Todo esto será fruto de un espejismo, del agua bendita o de un sueño/pesadilla?

Cuando volvió al hotel, pasados unos minutos que parecían no tener fin, decidió sabiamente ponerse a la sombra y dejar de delirar.



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